Es un pequeño capítulo donde Unamuno hace una exaltación a varios de sus valores.
Glorifica la ambición, la voluntad de “ascender alto”, la condición de aspirar alto, de mirar hacia arriba, tan arriba que no lleguemos a distinguir cosa alguna. Habla de caminos que debemos hacer nosotros mismos, no caminos que debemos seguir ni andar sino construir.
Hasta ahí todo tiene cierto sentido, un toque efusivamente optimista y con una elocuente esperanza en el género humano. Pero más adelante empieza el Sr. Miquel de Unamuno (que fue un fervoroso cristiano) a hablar del alma y de la eternidad.
Unamuno dice que uno debe dedicar su vida al cultivo de su alma y no a entrar en la historia o en influir en el “progreso” de las ideas (lo pongo entre comillas porque ciertamente no se puede afirmar que exista un “progreso” de las ideas: si se puede afirmar que existe un crecimiento de la cantidad, diversidad de posturas ideológicas y de movimientos intelectuales) Pues estas cosas sólo son para entrar en la historia y lo otro(el cultivo del alma) es para vivir en la eternidad.
Al analizar este orden de acontecimientos y disposición de ideas uno se pregunta: ¿Por qué Unamuno habla de ambición, de construir caminos a voluntad, de libertad y demás cosas si da por sentado cosas como la medieval idea de “ganarse el cielo”? ¿Acaso es eso abrirse camino por uno mismo? ¿No será más bien la idea de seguir el camino abierto por Dios? Otra duda me surge además: ¿Por qué contrasta ambición con codicia? ¿No es la codicia sencillamente una ambición extrema? ¿O con “ambición” Unamuno se refiere a las buenas obras, amarse con el prójimo, a cultivar el alma y o a “ganarse el cielo”?
La lógica indica que así es, lo que a mi personalmente me llena de consternación. Porque en los primeros párrafos nos daba unas ideas muy plausibles de animar a la acción individual, aun voluntarismo que incluso podría recordar vagamente al Nietzscheano. Pero ya vemos que se trataba de todo lo contrario: una decadente exaltación a la moral cristiana, que habla de una “libertad” falsa y de una ambición que más bien es rechazo a la vida y eticidad del eterno futuro. ¿Por qué concibo este juicio? Por el énfasis que hace en su eternidad.
La vida no es eterna, la vida resulta que es efímera. Si concibe la eternidad como una aspiración factible es porque rechaza la realidad o porque ésta le es demasiado dolorosa y necesita crear una suerte de fantasía que hinchada está de vanas esperanzas pero que sin embargo provocan ese alivio existencial; la idea de no-morir. Esto es muy elocuente en el último párrafo de la página cuarenta y nueve dice:
“Toma la vida en serio sin dejarte emborrachar por ella: sé su dueño y no su esclavo, porque tu vida para y tú quedarás. Y no hagas caso a los paganos que te digan que tú pasas y la vida queda…”
Gracias a la razón es fácil concebir que ni una ni la otra opción es posible, sino que la verdad más probable es que la vida pasa, nosotros no quedamos y la vida tampoco. Y si queda, jamás lo sabremos.
¿Cómo sabes si la vida existe fuera de tu ser? No es posible saberlo ya que no podemos entrar en otros seres, sólo podemos llegar a conocer otros seres. Pero ¿cómo podría saber si esos seres existirían si yo como sujeto que los conoce no existiera? Son preguntas imposibles.
En cuestiones existenciales la subjetividad reina, pero lo que no reina en manera incuestionable es lo absoluto. La eternidad no tiene sentido racional, lo que perdura eternamente tampoco tiene sentido racional. Ni siquiera tiene sentido la expresión “vida eterna” pues la vida es un estado que sale del no-ser a ser para finalizar en el no-ser de nuevo, sin esos estados la vida no es matemáticamente factible. Pues la existencia es real gracias a su contrario: la no-existencia. ¿Qué sentido tiene algo que nunca no-existió? Es un disparate, no se puede comparar con nada. Se podría creer en algo que dure millones de años como las estrellas, pues pasan de ser a no-ser al finalizar la cifra en cuestión ¿Pero algo sin principio ni final? ¿Sin devenir? No es razonable.
Sólo lo evidente puede tener sentido racional, la eternidad y el alma inmortal carecen de evidencias. Ni evidencias racionales ni empíricas. No obstante la gente cree en tales cosas, Unamuno creía en tales cosas. ¿Por qué? Por la misma razón de Aristóteles al crear su dichosa “entidad primera” porque sino todo sería un caos, no existiría orden alguno en el cosmos y reinaría la incertidumbre (es irónico que justamente la ciencia declare el “principio de incertidumbre” de Heisenberg como ley esencial de la mecánica cuántica junto con el principio cuántico de Planck) El hombre desde el más ignorante hasta el más intelectual tiene miedo a eso, tiene miedo al caos, no puede vivir en un caos existencial. No puede vivir sin esperanza, no puede hacer nada pensando que lo que hace no va a servir después de la muerte. Necesita ese alivio, un alivio que encuentra Aristóteles en su “entidad primera”, Lutero en si Dios personal, Unamuno en si eternidad, los musulmanes en Alá, los cristianos en Jesucristo, etc.
Unamuno no era un superhombre, pero era un hombre ilustre que ha influido mucho en la literatura, él decidió rendirse a la fe porque concebía que era necesario para tener una vida plena creer y tener esperanza en que la mente perdurará después de la muerte.
Una idea muy plausible es la de la última página donde invita a cultivarse uno mismo y hacerse un “universo”, universo que interpreto yo como un “universo de conocimientos”.
Pero ese universo no se puede lograr si uno no se libra de esa “eternidad” de ese afán de vivir “para la eternidad”. Pues si uno vive pensando en esa eternidad desperdicia su tiempo en el mundo efímero. Lo que pasa es que hay que tener mucho valor para que a partir de esa renuncia, uno esté dispuesto a sumergirse de lleno en el conocimiento. Pues uno sabe que todo lo que llegue a conocer después le dolerá y además está la cuestión absurda, el hecho de que todo lo que lleguemos a conocer se evaporará como todo lo demás a la hora final.
Razón tienes. Mientras el hombre cristiano o platónico señala al Paraíso Celestial o el Mundo de las Ideas, desprecia esta vida (la única que tenemos evidencia de que existe) porque la considera pasajera, un paso que hay que dar para alcanzar la Vida Eterna. Por eso eliminando ese mundo falso nos volvemos vitalistas, ya que al ser conscientes de que todo acaba, sabemos aprovechar mejor el momento.
ResponderEliminarEstoy con David. Y no olvidemos lo que ya dijo el amigo Nietzsche "Fe= no querer ver la verdad"
ResponderEliminarUn saludo!
En efecto.
ResponderEliminarGracias por pasaros.